TEORÍA
DE LA LENTE
ÚNICA

La elección de la lente con la que se va a trabajar está cargada de sentido.

Yo no suelo utilizar teleobjetivos, tiendo al angular porque me gusta estar cerca. Con un angular te sientes actor, con un teleobjetivo eres espectador. Con los angulares la composición es exigente, trabajas con el espacio, con los volúmenes, con las diagonales, con la perspectiva. También me gustan las ópticas normales, lo que en paso universal sería un 50 mm, te permiten abstraerte, ser más selectivo. Según lo que elijas pasas de “estar metido en el ajo” (ópticas angulares) a ser un discreto observador (ópticas normales).

Mostrando estos dos trabajos, realizados en Tokyo (con una lente normal de 50 mm) y en Hong Kong (con un super-angular de 16 mm), intento transmitir que basta con una sola lente para contar una historia. Es bueno ir ligero de equipaje y poder concentrarse uno en lo esencial. Y algo que tengo siempre muy presente, que menos es más.

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HONG KONG

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TOKYO

HONGKONESES

HONG KONG

La lente única utilizada a lo largo de todo el trabajo, un fish-eye de 16 mm 2.8, con sus comprometidos 180º ha sido una apuesta arriesgada, pero absolutamente necesaria para llegar conseguir una proximidad extrema, sin con ello perder la acción coral de los personajes y la trascendencia del entorno en que se mueven. Robert Capa vino a decir que ’había que estar muy cerca de las cosas para poder hablar de ellas’.

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EXCELENCIA
Y SOLEDAD

TOKYO

La lente única que he utilizado a lo largo de este ensayo fotográfico ha sido un luminoso 50 mm 1.2, siempre a diafragmas muy abiertos, a menudo a plena apertura.

Mi intención fue aislar a los personajes y poder así definir mejor esa sensación de seriedad y curiosa ‘empatía Zen’ que transmiten los habitantes de Tokyo.

Educación, sensibilidad, seguridad, respeto, exquisitez... ‘la excelencia’ al más alto nivel. Y también la soledad, quizá como consecuencia de todo ello.

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